Como diría Joaquín Sabina en su canción “A mis cuarenta y diez”, publicada el 6 de septiembre de 1999 en el disco “19 días y 500 noches”, adaptada la primera estrofa a mi edad, “A mis treinta y dieciocho, cuarenta y siete dicen que aparento, mas antes que después he de enfrentarme al momento, de empezar a pensar en recogerme y sentar la cabeza, de resignarme a dictar testamento (perdón por la tristeza)”.
Pero yo digo desde el respeto y mi máxima admiración, “a mi manera maestro”.
Ni me escondo ni me tapo, no me pidan fuerce un llanto si a mi corazón la vida, lo cicatrizó de espanto.
A mostrar mi dolor con lágrimas no temo, será en el instante en el que decido quererlo, no cuando la maldad espera premeditado momento.
Seguiré con mis manías, mis placeres, mis escritos de delicado tacto, los pecados y mis versos recogeré en pedanía, en la que hallarán mis huesos, donde finarán mis días.
Mientras tanto, si me besan en la boca, saborearé el encanto, si me abrazan con ternura, en mi corazón lo guardo.
Si en mi cama custodian muda, será deseo de arder de vez en cuando, si mis sábanas resudan, compartimos saetazos entre jadeos prestados.
Mis inmorales escritos, tatuados con mi aliento sin quebranto, sobre los pergaminos de piel que brindan a mis antojos y que por nada suplanto.
Las caricias arancel, por cruzar la aduana de los encantos, sedientos los poros de arder, hinchados de alergia por los desenamorados llantos.
Si no escucho el latir, no se asustará mi apetito desmesurado, mi deseo es el de hervir, de amores ya he sido colmado.
Si el aroma me hace cautivo, recluso de un deseo desenfrenado, prestaré como traje mi piel, para que la lujuria cune al pecado.
Entretanto, viviré los sueños encarcelados y cuando indique Don Lucifer, me retiraré a su lado.
En el cielo me dirán, “tus vivencias te penaron, no hay lugar para tu hacer, ni perdón a tus pecados”,
“No hay molde para tu ser, ni encajas en lo marcado. El refugio te es negado”. Entonces me alegraré, de no haber sido, su ganado.
En el cielo las estrellas, son motivo de belleza, se utilizan como cebo entre rezos y creencias. Solo estrellas, adoctrinada eternidad, efímera.
No pretenderé afincarme a sus pies, ni habitar esa morada, no hay querubines en el cielo del bien, ni existe ser sin pecado en el alma.
Entre bromas y alardeos con el angel desertor de cuernos profanos, rememoraré las historias de mí hasta el momento, presumir callado.
No hice mal aunque pequé, a los ojos de los que se purificaron como santos. Simplemente disfruté, de la pasión y el encanto.
No es bueno quien menta el bien o quien predica sin pausa y descanso, si no quien obra de modo fiel y siente vivir de corazón albo.
Ya sin miedo por perder, la oportunidad de ampliar mis pecados, lo vivido me llevaré al averno mi nuevo edén, cual satisfecho renegado.
Agradecido por vuestros besos, por los abrazos y los pecados, hicieron de mí ese ser, que se sintió en vida, colmado.
(G.Piedrafita)