Bien, voy a intentar plasmar en estas líneas mi modo de afrontar una competición por terreno irregular, mejor dicho, una auto competición, me explico:
Como os comenté en el “artículillo” anterior, desde hace unos años, y como reto personal, hago el camino de Santiago desde la localidad de Sarria (Lugo), corriendo. Son 117 kilómetros que realizo en una jornada, o sea, en un día.
El año pasado, y por cambiar, me propuse realizar el tramo de Santiago de Compostela ha Finisterre, 90km, por el Camino de Santiago en una sola jornada. Son muchas horas corriendo y además sólo, por lo que aparte de fuerza física hay que añadir un toque de fuerza mental y capacidad de sufrimiento.
Como bien dice Octavio Pérez en su libro, hay que tener claro los objetivos a alcanzar, autoexigirse una completa preparación y tener muy, pero muy claro, que lo que vamos a hacer nos va a demandar una gran dosis de esfuerzo físico y mental.
Comencemos con la preparación del recorrido, sé que la distancia que voy a recorrer son 90 km, desde Santiago hasta Finisterre. He comprobado los desniveles que tendré que superar. Los lugares en los que puedo “repostar” y donde podría quedarme en caso de tener que abandonar.
Por norma general, el entrenamiento es continuo y programado dentro de las necesidades cotidianas, familia, trabajo etc. Los dos últimos meses, antes de salir a realizar la “gesta”, intensifico mis entrenamientos de resistencia y los combino con entrenamientos cruzados, realizando a la semana un día de series de cuestas o series triangulares. Mi entrenamiento tiene que estar enfocado a conseguir mi objetivo. Siempre visualizando nuestra meta, que es realizar una carrera de larga distancia y finalizarla sin contratiempos.
La preparación de mi equipo también da un puntito de emoción y me sirve para recordarme donde voy.
Cuidadosamente hago un barrido mental por todas las partes de mi cuerpo y pienso en lo que necesita cada una, por ejemplo, mi cabeza necesita una gorra o un pañuelo, gafas de sol, auriculares…, mi cuello un pañuelo tubular…camisetas, manguitos, y así ultimo los detalles.
Tengo claro lo que voy a hacer y soy consciente del esfuerzo. Pienso que lo hago porque me gusta y para mí es un reto personal. Pero también pienso que mi familia y mis amigos me felicitarán si termino con éxito. Eso es un punto más para lanzarme a por mi sueño.
Estoy solo, nadie me exige nada, solo yo decido cuando parar, cuando beber, comer…. Yo soy mi propio adversario. Si termino mi odisea, seré el nº 1, mi nº 1. Cada zancada, cada gota de sudor, cada bote de sales cuenta; saboreo cada kilómetro y cada tirón…no pienso parar hasta llegar. Disfruto del paisaje pienso que viajo encima de mis piernas y ellas son solo un mero vehículo en el que me subo y disfruto de lo que veo; de los bosques, del cielo, de la lluvia…. Experimento sensaciones.
La gente cuando paro a llenar los bidones me pregunta si voy en bici y cuando les digo que viajo corriendo se echan las manos a la cabeza…… ¿y cuánto tardas? (curiosean)…. ”no sé”, (respondo)…” yo solo corro y ya llegaré”.
Si no sabes lo que persigues no sabrás a dónde vas. Debemos tener claro cuáles son nuestros objetivos, no importa si corres 5, 10 o 50 kilómetros, tu umbral de sacrificio debes tenerlo subido para poder afrontar tu reto, y cruzar TU META, porque es tuya, de nadie más.
Fran Castro
EQUIPO PEDROLA TRAIL
“Abandonar no es una opción”