Día 23 de Abril de 2022, me levanto a las 5:30 horas de la mañana.
El día anterior había dejado todos los “trastos” preparados para no hacer ruido a esas horas intempestivas.
Un café caliente para subir la temperatura ya que la mañana está algo fresquita, aseo, último repaso mental de todo y salgo hacia la localidad de Añón de Moncayo, una población enclavada en el interior del Parque Natural del Moncayo.
Añón de Moncayo es un atractivo conjunto urbano que conserva parte de su recinto amurallado. En sus calles y plazas podrás disfrutar de hermosas casas nobles de estilo aragonés.
Entre los muchos atractivos de esta localidad se puede destacar la portada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, (románico), y descubrir las maravillas que nos regala el Parque Natural del Moncayo y su entorno pasando por el Centro de Interpretación de la Naturaleza.
Una vez llegué a Añón, me dispuse como siempre, a recoger mi dorsal. Fue en el momento de poner el pie fuera de mi “furgo” cuando me di cuenta que el día no iba a ser todo lo apacible que mi subconsciente deseaba. El fuerte viento y la lluvia dominaban el lugar, todo ello con un frío de narices.
Ultimé los preparativos, mochila, botes de hidratación, guantes, cortavientos…etc. y de repente me vi en el corralito una vez pasado el control de material.
300 participantes, 300 loc@s con unas ganas brutales de realizar una gran carrera….
Después de la salida ya no había vuelta atrás, ahí iba yo formando parte de una serpiente multicolor que se internaba por las sendas angostas de tan espectacular paraje.
Y de repente….la nieve hizo aparición…después muuuuuchoooo vientooooo y para mayor inri un menudo granizo que, como agujas, se clavaban en la cara y en los ojos.
El frío no se iba del cuerpo aunque el movimiento de carrera era constante, las manos se transformaron en “frigodedos”, las rachas de viento fuerte hacían difícil el avance por los senderos.
Se podría decir que algunos Dioses se estaban divirtiendo con nosotr@s.
Pero cada cierto kilómetro y como si de un oasis se tratara aparecían los avituallamientos regentados por un grupo de valientes, me refiero a l@s voluntarios.
A parte de ayudarnos en todo lo que podían, nos ofrecían hidratación y alimento para poder continuar con el gran esfuerzo que estábamos realizando. Personalmente os doy mil gracias por vuestro trabajo y entrega. No fue fácil, el frío, el viento y el granizo también quiso jugar con vosotr@s. Gracias.
El terreno nos obligaba a estar muyyyy pendiente de acertar en cada paso, en cada zancada. Los torrentes de agua, el barro, las piedras sueltas hacían difícil el avance, como no podría ser de otra forma.
Y tras 44 kilómetros y una última subida hacia el interior del pueblo, llegué a la meta….”roto matao”.
Los aplausos incondicionales de la gente y el gran recibimiento de los componentes de la organización hacia que, por un instante, se olvidaran los dolores.
En fin, una experiencia inolvidable, muy dura pero enriquecedora. Como siempre la gente de “Tempo Finito” estuvo a la altura, gran despliegue humano y técnico….Genial.
Aunque aún llevo agujetas, creo que volveré….
Equipo Pedrola Trail
“Abandonar no es una opción”
Fran Castro