“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté las manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo.”
( Pedro Páramo de Juan Rulfo )
Siempre se ha dicho que lo que realmente vale la pena cuesta un cierto esfuerzo. Y este libro merece mucho la pena. No es fácil su lectura, te hará pensar, te creará la necesidad de volver a leer y lo único que te puedo asegurar es que no te dejará indiferente. Juan Rulfo cuenta en esta novela (sólo escribió dos) una historia mil veces contada pera la cuenta como jamás nunca se había hecho. Ahí reside su grandeza y su desafío. Si, no es fácil su lectura, pero apasionante.
A Rulfo se le lee como el que mira un cuadro u oye una canción. Su prosa es artística por encima de la propia historia que nos cuenta. Ésta, Pedro Páramo, es una novela de fantasmas. Ambientada en un Méjico rural y caciquil. En ella el protagonista, Juan Preciado, va en busca de su padre, Pedro Páramo, a un pueblo misterioso llamado Comala. Poco a poco nos irá desgranando la vida de este cacique rural que fue y de los habitantes de Comala que lo conocieron: amores imposibles, luchas de poder, vientos de revolución y las fuerzas vivas del pueblo van apareciendo y se entremezclan para componer un cuadro misterioso. Es Rulfo un escritor muy poético y a la vez cinematográfico. Algunos de los pasajes o imágenes de la novela podrían haber sido retratados perfectamente por Buñuel o por John Ford. Ese Pedro Páramo a lomos de su caballo recorriendo las desoladas tierras de su hacienda de la Media Luna es muy “Fordiano “.
Por otro lado, la ambigüedad y los saltos temporales están muy presentes en las líneas de esta corta novela (122 páginas). No es lineal en muchos aspectos y ese es otro atractivo a añadir. Solo espero que cuanto me veáis por ahí, ribereños digitales, me digáis si la experiencia ha sido para bien o para mal. A mí, ya os lo adelanto,me resultó placentera, laboriosa e inolvidable.
José María Gomá Alonso