Por María Cañete Usón
La discalculia es un trastorno del aprendizaje de las matemáticas que se manifiesta en una serie de dificultades significativas en el desarrollo de capacidades matemáticas, como en el procesamiento numérico, en el razonamiento lógico matemático, en la comprensión aritmética y en la realización de cálculos y operaciones. A su vez, estas dificultades producen un bajo rendimiento en esta área y un posible fracaso escolar.
La prevalencia de la discalculia está entre el 3 y el 6 % de la población infantil, niños/as con una inteligencia normal pero con un rendimiento escolar en el área de matemáticas significativamente inferior al esperado según su edad y C.I.
Aproximadamente en un 25% de los casos la discalculia es comórbida con otras alteraciones, como la dislexia o el TDAH.
¿Cómo se manifiesta clínicamente esta dificultad?
En infantil se puede observar en niños/as que no saben clasificar objetos por sus características, no entienden los conceptos “más que” o “menos que”, tienen dificultad para ordenar los objetos por tamaños o les cuesta contar hasta 10.
En primaria falla la aritmética básica, tienen poca habilidad para contar o medir, incapacidad para decir la hora y dificultad en la resolución de problemas. Con frecuencia confunden la lectura o escritura de números arábigos (por ejemplo 240=204) y son lentos en la resolución de operaciones como 3+5 o 7×6, por ejemplo. Se ven también errores como el uso incorrecto de signos, olvidarse el número llevado o mala ubicación de las cifras.
En ESO no tienen un buen uso del número en su vida cotidiana, tienen muchos errores en los cálculos y necesitan la calculadora para operaciones sencillas, tienen poca habilidad en la resolución de problemas y no saben usar la estimación. En esta etapa es cuando el alumno con discalculia suele sentir rechazo por la asignatura y ansiedad.
El diagnóstico es una tarea compleja que requiere un buen proceso de evaluación que abarque todas las posibles causas como origen del trastorno (ambientales, personales, estructurales, etc.) para un correcto diagnóstico diferencial. Nos interesará ver qué aspectos son más deficitarios en los alumnos e intervenir sobre su causa más que sobre el síntoma.
Para identificar problemas de discalculia, la edad más adecuada es entre los 6 y 8 años, es decir, cuando aparecen las matemáticas como una asignatura independiente, lo que permite comparar con más claridad el rendimiento de unos niños respecto a otros. Sin embargo, puede haber aparecido algún indicador con anterioridad, en la etapa de educación infantil.
Será importante diferenciar al niño/a que tiene dificultades en el aprendizaje de las matemáticas, del niño que se le dan mal.
