Por María Cañete Usón
El efecto Galatea es un fenómeno psicológico que describe cómo las creencias positivas que tenemos sobre nuestras propias capacidades pueden influir en nuestros logros y comportamientos, llevando a un mejor desempeño en diversas áreas de la vida. En otras palabras, si creemos que somos capaces de realizar una tarea o alcanzar un objetivo, es más probable que lo logremos.
Es decir, se refiere a la capacidad de una persona para transformar sus propias creencias y expectativas en realidades tangibles. La idea central es que nuestras expectativas personales y creencias sobre lo que somos capaces de hacer afectan directamente nuestro comportamiento y desempeño, y que, a través de la auto visualización positiva y la confianza en nuestras habilidades, podemos lograr cosas que inicialmente parecían fuera de nuestro alcance.
Este efecto toma su nombre de Galatea, un personaje de la mitología griega que, según la leyenda, era una estatua esculpida por Pigmalión, quien, al enamorarse de su creación, deseó que cobrara vida. En respuesta a su deseo, la diosa Afrodita hizo que la estatua se convirtiera en una mujer real. Así, Galatea pasó de ser una figura inerte a una persona real gracias al poder de la creencia y el deseo.
Ahondando en el tema, el famoso psicólogo Albert Bandura acuñó el término de “Autoeficacia”, que juega un papel fundamental en el efecto Galatea. La autoeficacia se refiere a la creencia de una persona en su capacidad para ejecutar tareas específicas y alcanzar metas. Cuanto más alta sea esta creencia, mayor será el esfuerzo que la persona pondrá en la tarea y más probabilidades tendrá de tener éxito.
La autoeficacia está influenciada por varios factores, como las experiencias previas de éxito, el apoyo social, el modelado (ver a otros tener éxito en tareas similares) y la retroalimentación positiva. Cuando una persona experimenta un éxito inicial en una tarea, su creencia en su propia capacidad se fortalece, lo que a su vez aumenta sus probabilidades de éxito en el futuro.