Por María Cañete Usón
Seguro que conoces algún opositor u opositora, o lo has sido, o estás pensando en serlo… es por esto que hoy vamos a conocer qué les ocurre a estos estudiantes en esta etapa tan importante de sus vidas.
Conocemos como “Síndrome del opositor” al conjunto de síntomas que manifiestan la gran mayoría de opositores, que no dejan de ser completamente normales y esperables, puesto que es un proceso largo y costoso, al que hay que dedicar muchísimo tiempo y esfuerzo, y para el que no vemos la recompensa a corto plazo, por lo que estas personas deben crear pequeños refuerzos a corto plazo para evitar el abandono y la frustración.
El primer síntoma que suele aparecer es la duda. Se duda sobre si se está haciendo lo adecuado, si va a ser capaz de conseguir la plaza, si habrá tomado una decisión incorrecta o no… se duda de todo.
También podemos notar ansiedad y estrés por la sobrecarga de información que estudiar y por el miedo al futuro, que en estos momentos es algo intangible y que les llena de incertidumbre.
Los sentimientos de culpa muchas veces también se manifiestan, culpa de no haber estudiado lo suficiente durante el día, de no haberse planificado bien, de no poder atender a otros aspectos de la vida, o la sensación de que se haga lo que se haga nunca va a ser suficiente. Este sentimiento se ve acrecentado en personas que se presentan a una oposición y no consiguen plaza pero siguen intentándolo otro año más.
Además, uno de los más importantes y reseñables, es el sentimiento de soledad. Durante la fase de estudio de la oposición, el estudiante suele pasar largos periodos de tiempo estudiando en casa, rechaza muchos planes para dedicar tiempo al estudio y se aisla socialmente.
Por último, como cualquier ser humano sometido a un periodo de estrés, puede aparecer la somatización, en donde aparecen síntomas físicos como problemas de sueño, de digestión, de piel, dolores de cabeza, etc.