- Fase de prejubilación: Se trata del periodo previo a la jubilación real. Las personas comienzan a prepararse para el retiro laboral, a preguntarse e imaginar cómo será su vida una vez jubilados.
- Fase de jubilación: Comienza con el momento en el que la persona deja el trabajo. Esta fase puede materializarse de tres formas diferentes:
- Luna de miel: Es el caso de los adultos que con la jubilación comienzan a realizar aquellas actividades que llevan tiempo queriendo hacer pero que las obligaciones laborales no le permitían. La persona está feliz de tener, por fin, tiempo. Puede viajar, volver a estudiar, disfrutar de hobbies… en cualquier caso, es una fase característica de aquellos adultos que se jubilan voluntariamente y tienen suficientes recursos económicos como para poder llevar a cabo todas sus fantasías.
- Descanso y relajación: En este caso, el adulto aprovecha la jubilación para descansar de las obligaciones que ha debido sobrellevar durante su vida activa.
- Continuidad: Son aquellos adultos que continúan realizando algunas de las actividades que realizaban cuando aún estaban trabajando. Por ejemplo, aquel agricultor que continúa teniendo su huerto por gusto.
- Fase de desencanto: Tiene lugar cuando la persona descubre que las fantasías asociadas a la época de la jubilación no se cumplen. Puede ocurrir por la muerte de la pareja, la llegada de una enfermedad o simplemente porque las expectativas previas se alejan de la realidad.
- Fase de reorientación: La persona abandona las expectativas previas a la jubilación, tanto las excesivamente positivas como las negativas, explora nuevas posibilidades, toma decisiones y logra organizar una rutina nueva dentro del retiro. Esta rutina tiene en cuenta tanto las posibilidades reales de la jubilación como los inconvenientes que acarrea.
- Fase de estabilidad: En esta fase, el jubilado consigue una rutina estable y satisfactoria en su día a día.
Por María Cañete Usón