Nos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, y es completamente necesario para sobrevivir, pero no siempre le prestamos la atención que merece a esta etapa de nuestro día a día, o tratamos de corregir sus alteraciones con parches temporales.
La cantidad de sueño varía a lo largo de la vida de manera intrapersonal e interpersonal, influyendo tres factores principalmente:
- Factores ambientales: ruido, luz, temperatura…
- Factores conductuales: ejercicio, ritmo de vida, TV, radio, alimentación…
- Factores biológicos: salud, alimentación, fatiga mental…
Todos estos factores desembocan en diferentes trastornos del sueño, como por ejemplo insomnio, narcolepsia, pesadillas, terrores nocturnos, sonambulismo, bruxismo, ritmo circadiano desincronizado… entre otros.
La higiene del sueño es una práctica que consiste en seguir ciertas recomendaciones para asegurar un sueño más descansado y efectivo, y que evite los trastornos del sueño, entre estas recomendaciones se encuentran las siguientes:
- Hábitos alimentarios: evitar bebidas estimulantes y comidas copiosas en la tarde y noche, y evitar tomar alcohol 2 horas antes de irte a la cama. No consumir mucho azúcar en esas últimas horas del día porque da energía ni beber mucho líquido antes de ir a dormir.
- Regularidad del ritmo vigilia – sueño: Mantener regulares los horarios de levantarse y acostarse, aunque se haya dormido poco.
- Actividades y ejercicio físico: hacer ejercicio de forma regular pero evitarlo 2 horas antes de ir a dormir
- No realizar actividades en el dormitorio (ver la televisión, leer..)
- Factores ambientales: controlar el nivel de ruido en el dormitorio, así como la temperatura, humedad…
- No fumes antes de ir a dormir, te activa!
- No permanecer despierto en la cama más de 15 o 20 minutos, si no consigues dormirte, levántate y haz una actividad relajante fuera del dormitorio. Vuelve a acostarte cuando tengas sueño.
Y tú, ¿qué calidad del sueño tienes?
Por María Cañete Usón