Empezare definiéndome como lo más básico, soy una runner, no por correr mucho ni rápido, solo por el hecho de que, de forma asidua, me pongo unas zapatillas y salgo a correr.
Lo que hace algo más de dos años empezó como un hobbie se ha convertido en una necesidad ya que, de forma inconsciente, ha pasado a ser mi nuevo estilo de vida, del cual, todo hay que decirlo, estoy orgullosa a la par que encantada.
No puedo hablar sobre la forma más adecuada de la pisada a la hora de correr ni dar grandes consejos antes de una carrera ya que sigo considerándome una “baby” en este complejo mundillo, pero si os puedo narrar, desde la experiencia, lo que supone formar parte de Trail Pedrola…
Tras el confinamiento total que sufrimos el año pasado, en Mayo creo recordar, nos devolvieron la libertad para poder salir a correr de nuevo.
Ese comienzo, pese a tener que ir sola por las circunstancias, fue una sensación brutal.
Mi bodega dejaba de ser un gimnasio improvisado del que ya no quería saber nada, y mis piernas estaban listas para salir de nuevo a la calle… Pero mi cabeza no.
Casi a diario, ponía el despertador a las 06.30am para salir a correr…. Pero muy pocos lo conseguía, y cuando lo lograba, era mi cabeza la que constantemente me repetía que no podía, que no era capaz…
Un domingo, con cero ganas, quedé con un@s compañeros de kilómetros de Trail Pedrola. Mientras corríamos, hablamos de todo y de nada, arreglamos España y al final, hasta sudamos.
Sin darme cuenta, había corrido 11 kilómetros sin machacarme pensando en la necesidad de tener que parar continuamente.
Y fue así como volvimos a convertirlo en rutina… Salir con ell@s suponía un desahogo, un paréntesis a todo lo que estaba sucediendo en el mundo, una motivación para madrugar, ponerte las zapatillas y salir a desgastar suela y recuperar buenas sensaciones.
Comenzamos a quedar algún día después de trabajar para correr nada en concreto pero junt@s, y así, sin darme cuenta, mis piernas y mi cabeza se habían unido de nuevo para seguir sumando kilómetros.
Comprendí entonces que el 50% de mi carrera lo llevaba en mis piernas pero el otro 50% estaba en mi cabeza y en la capacidad de confiar en mí.
No voy a negar que al recordarlo ahora me queda un resquemor de aquellos días en los que no me permitía disfrutar de lo que me gustaba, pero como se suele decir, cuando no se gana, se aprende, y, de todo esto, aprendí, ya lo creo que si aprendí…. Pero también gané.
Mis compañer@s de kilómetros son ahora mi gente, incluso algun@s me atrevería a decir que son mis amig@s, porque han estado ahí, a mi vera, dándome ese “salario emocional” del que siempre había escuchado hablar pero que nunca había puesto en práctica y que resulta tan necesario como unas buenas zapatillas
Al final, mi satisfacción personal no está en la cantidad de kilómetros que puedo llegar a correr, sino en la calidad de esos kilómetros que corro y con quienes los comparto, que en definitiva es la esencia de este equipo, la esencia de Trail Pedrola.