Es fácil enamorarse de los héroes, esos seres incorruptibles, valientes y con unos ideales y valores inmaculados: Frodo Bolson, Harry Potter, Superman… Aunque, de un tiempo a esta parte, siento más complicidad y simpatía por los antihéroes: son más creíbles, más de verdad, más antipáticos y más adorables a la vez. Con su propio sistema moral, código de honor, pasado difícil y poca fe en el ser humano. Antisociales y con comportamientos delictivos en ocasiones. Ahí están Sherlock Holmes, Walter White de “Breaking Bad”, John Dutton de “Yellowstone” y Roberto Iniesta de Extremoduro. El antihéroe, por poliédrico siempre nos ofrece una cara que produce rechazo. En la música pasa lo mismo, enamorarse de una melodía bella de principio a fin es lo fácil. Hay otra música, que como los antihéroes habrá que girar y girar, escarbar y quitar algunas capas para acceder a su salvaje y profunda belleza, a su lenguaje descarnado y su emoción latente e hiriente, perturbadora. Ahí está el disco “Omega“ de Morente y Lagartija Nick por ejemplo y, para mí, ahí vuelve a estar Roberto Iniesta y Extremoduro.
Si Roberto si, “no quiero ser como tú“ nos decías en 2021. Yo tampoco quiero ser como tú, Robe, pero me gusta lo que haces, me gusta deshojar la margarita que nos ofreces y saborear la belleza que se esconde debajo de una “mierda tan gorda” (ver poesía Manolo Chinato).
Cuando esa música en capas, “acebollada”, creada por antihéroes rodeados de una leyenda negra surge, podría parecer mentira que ésta haya podido evolucionar y crecer y perdurar en el tiempo. Durante tanto tiempo. Este es el caso del Placentino Robe de Extremo que con sus múltiples formaciones, creaciones y reinvenciones, con sus inicios macarras, punkies y transgresivos de salvaje reivindicación y puro hedonismo, de los que solo pueden salir vivos los más fuertes o los que tengan el objetivo muy claro, sigue en la brecha. Nos lleva presentando a la soledad, a la adicción, al ecologismo, a su tierra querida y odiada también por quererla tanto, al amor y al desamor y al desfase más loco en sus múltiples formas, bien sea con guitarras desbocadas, con poesía propia o ajena, con un saxo, con un violín o con una voz aguda por debajo de la suya que hace que parezca que estamos oyendo una oración. Tras una “época del caos” en la que lo dieron por muerto varias veces y en la que fue afianzando la banda consiguió llevar a su formación, Extremoduro, al número uno de las bandas de rock nacional de todos los tiempos y tiene detrás a una legión de nostálgicos de sus primeras composiciones y a otros muchos que prefieren las últimas. Así pues se ha convertido en un clásico imprescindible para unos y otros. Atrás quedaron los desfases, las ganas de metérselo “deltoya” y de comerse el mundo sólo por la noche. Ahora la perfección, la calidad, la supuesta calma (los rockeros nunca mueren) han ocupado el lugar de la lisergia artificial y el viaje rápido en forma de polvo blanco que le llevaba instantáneamente a la hoguera (“Tú en tu casa, nosotros en la hoguera” 1989. Primer disco de Extremo).
Y llegamos así a “Se nos lleva el aire” último disco de la última formación de Roberto: Robe o Los Robe, porqué hay grandes músicos ahí. El mejor disco de rock de 2023, que oirás una y otra vez descubriendo en cada escucha un nuevo matiz. Seguro que habrá quien eche de menos “So payaso”, “Extrema y dura “o al “Jesucristo García “de la heroína pero eso ya es pasado. Es tiempo ahora del ”Hombre pájaro” de decir “Adiós al cielo azul y que llegue la tormenta” y de dejar que “Se nos lleve el aire”. Es mi recomendación musical y espiritual para quién quiera echar un buen rato.
He venido a decirte que estaba
Abrazado tan fuerte a la nada
Que he perdido el contacto con mi piel
Sí, con mi propia piel
Y enredado entre mis desvaríos
Me he abrazado tan fuerte al vacío
Que he acabado por desaparecer
Venme a ver, a ver, venme a visitar
Ven a ver si das conmigo
Venme a ver, a ver, ven a averiguar
Dónde coño me he metido
Venme a ver, a ver, ya nada es igual
Por aquí pasaba un río
Venme a ver, a ver si es casualidad
Que nos hayamos perdido
(“El hombre pájaro” Robe 2023)
José María Gomá Alonso para el Ribereño Digital