¿¿MERECE LA PENA SUFRIR??
Ya estoy aquí, Trail San Borombon, Año 2019.
Buena carrera para que nos vamos a engañar. En la absoluta, el puesto 12 lleva mi nombre.
Llego con pocos entrenamientos pero muchas ganas. Muy buen ambiente para la recogida del dorsal, caras conocidas alrededor y primeras charradas.
Empiezo a calentar y recuerdo mis propios consejos, colócate delante y sal fuerte que nada más salir del pueblo viene la subida con una senda estrecha y tengo que coger mi puesto.
Quedan 5 minutos, aparecen los nervios de carrera, que, pese a los miles de kilómetros que llevo corridos nunca desaparecen, todas las carreras despiertan las sensaciones de parecer la primera…
Asoman ya 33 grados y solo son las 9 de la mañana, el calor va a hacer de las suyas, va a llevarme al límite.
Como tenía planeado, salgo rápido y sin miedo.
Nada más salir del pueblo un repecho sin más, nada extraordinario, pero tengo la necesidad de mirar el reloj… Voy a 3’45y las piernas no me van, no sé exactamente el motivo pero las llevo fundidas y no llevo ni el primer kilómetro… Tiene mala pinta.
Pese a todo, sigo corriendo. Empiezan las sendas con buen desnivel. Culmino la primera, he conseguido llegar hasta arriba pero me arden las piernas.
Solo pienso en que voy fundido en el kilómetro 3 de la carrera y son 21, todavía quedan 18 por delante
Empiezo a darle vueltas al coco… ¡¡Quién me mandaría a mi meterme en estos líos!! ¡¡¡¡La última carrera que hago!!!!
Pero continuo, no sé exactamente muy bien cómo pero sigo corriendo…
Llega la última cresta y sé que después ya es todo para abajo, empiezo a ver las cosas de otra manera, lo peor ya ha pasado…
Me voy recuperando pero no puedo ir a más de 6 minutos/km, aun así, continúo…
Veo el barranco y el riachuelo que llega hasta el pueblo, cruzo el puente y una cuesta de 50 metros que se me hace interminable, pero sé que al doblar la esquina está la recta de meta, empiezo a venirme arriba, aparece mi mejor versión y continuo sin dudarlo…
La gente me aplaude y es entonces cuando descubro que me quedan fuerzas para un sprint final.
¡¡Cruzo la meta, siiiiiii!!
Ya no me siento cansado, las piernas que creía fundidas en el kilómetro 1 han aguantado la carrera y la satisfacción de haber corrido otra carrera junto con la sensación de cruzar la meta hacen que sí merezca la pena sufrir.