Por María Cañete Usón
La indefensión aprendida es un término que se utiliza en psicología para denominar a las personas que han “aprendido” a comportarse de forma pasiva ante los problemas, ya que se sienten incapaces de hacer nada para solucionarlos y esperan no tener que enfrentarse a situaciones desagradables.
Pero, la cuestión es, ¿por qué surge?
Pues bien, cuando una persona se ha enfrentado en diferentes ocasiones a ciertas situaciones sin que sus actos hayan conseguido el efecto deseado, deriva en una gran sensación de impotencia y se acentúa la percepción de que lo que ocurra es incontrolable, esto afianza la idea de que “lo mejor es no hacer nada”.
Este fenómeno se ha estudiado desde hace muchos años en experimentos de laboratorio con animales, dando lugar a los mismos resultados.
¿Tiene consecuencias para las personas?
Por supuesto. Las personas que sufren indefensión aprendida terminan desarrollando otra serie de problemas, como por ejemplo bloqueo mental, necesidad de huir de los problemas, evitación de situaciones incómodas, graves problemas de autoestima, falta de motivación, ansiedad y depresión.
¿Es posible superarlo?
Sí, sin duda. Poniéndose en las manos adecuadas, buscando un buen profesional de la salud mental y trabajando con él/ella, este problema, así como cualquier comportamiento adquirido, se puede modificar y corregir.