―El Arcón sólo se llena con la banda y con la jota― decía el añorado Pascual.
―Hemos hecho un auditorio pequeño―decimos muchos alagoneros.
Y es que debe ser muy difícil calcular cuánta gente va a ir a ver un espectáculo. Algo en lo que, sea lo que sea, se han consumido energías, ilusiones, tiempo y, por qué no decirlo: dinero. Pascual tenía la experiencia, ya que pocos eran los espectáculos en los que no hiciera acto de presencia o no se viera por detrás su mano preparatoria, y quizás a los alagoneros nos pueda el deseo de tener un auditorio más grande pero la realidad es tozuda y creo que Pascual, salvo por alguna rara excepción, tenía razón.
El que esto escribe, en un atrevido ejercicio de magia en el pueblo natal del mejor cartomago de Aragón, que no es otro que Mariano Lavida (vaya, éste también llena), va a intentar ponerse en el pellejo de un pintor, un escritor, un cantante, un conferenciante, un artista o un promotor de un festival de música.
Y es que de todo esto tenemos en nuestra villa y en gran medida a todo le damos de lado. Los motivos pueden ser muy diversos: estamos muy cerca de la quinta capital de España que nos ofrece ocio a cualquier hora, pudiera ser que se programaran varias cosas al mismo tiempo y el mismo día, quizás lo que se programa no interesa o no se demanda, … No sé. Yo sin ánimo de polemizar pienso que somos comodones, necesitamos que todo sea perfecto y se den las condiciones adecuadas, como en uno de aquellos experimentos de química del instituto en los que las condiciones de laboratorio debían estar controladas, y además que alguien nos diga que la actividad que se vaya a ver:
―! Es muy buena tío, no te la puedes perder ¡
Me olvidaba de otro de los motivos que harán que salgamos de la comodidad del hogar y nos desplacemos ¿cuánto?, ¿unos metros? Que el artista sea de nuestra familia. Entonces sí: acudiremos al evento, lo promocionaremos en redes, nos quejaremos si la gente no acude y diremos que, nuestro familiar, ha tenido poco apoyo. Somos así: eso es condición humana.
No arriesgamos, no probamos, no experimentamos: todos, en general. Qué nadie en concreto se sienta aludido y el que esto escribe obviamente se incluye en el grupo. Opinamos sin ver, oír o tocar. Sin sentir.
Pienso en la tan manida España vaciada, esa de la falta de comunicaciones, trabajo, gente y alternativas de ocio. Allí seguramente les gustaría poder paladear todo cuanto aquí tenemos. Y no sólo en Alagón. En nuestra comarca hay otros centros de ocio y cultura muy potentes como por ejemplo el vecino Remolinos. Pero yo no sé lo que pasará allí con sus actividades.
Hace unos días acudí a un festival de música pensado para todos los públicos y con un público potencial de unas 28.000 personas ya que se llamaba Ribera Festival y por lo tanto se dirigía a todos los vecinos de nuestra comarca Ribera Alta del Ebro. Dos promotores a nivel privado y seguro que con la ayuda de muchos amigos que desinteresadamente les echaron un cable pensaron que esta aventura de un festival de música se podía llevar a cabo en su tierra. Edgar Escolán y DJ Pipo. Gracias a los dos por animar la noche estival alagonera y perdón por no estar a vuestra altura y es que por vuestra parte todo estaba perfecto.
A lo mejor lo teníais que haber hecho en otro lugar y entonces sí, entonces a lo mejor habríamos cogido el coche para desplazarnos, nuestros hijos nos hubieran dicho que querían ir y que les teníamos que ir a buscar, etc., etc.… En fin, que yo no sé los motivos, pero nos faltaron unos cientos de personas más, ¿verdad? Seguro que lo analizareis, cambiareis cosas, o no, y el año que viene volveréis a la carga.
No puedo evitar, cuando acudo a algún evento, pensar en el que se pone delante del público, el que se enfrenta a la crítica o la alabanza, al aplauso o al silencio. Yo mismo cuando comparto con el que esté al otro lado estas pocas palabras arrejuntadas quiero que me lean, que me aplaudan o me critiquen (en el buen sentido). Y es por ello que en esta ocasión escribo este texto tan alejado de lo habitual que casi parece un sermón. Pero había olvidado el objetivo del mismo: ¡mi truco de magia! Tengo que ponerme en la piel de toda la gente que se planta ante un auditorio en esta tierra escéptica que es la nuestra. Seguro que el gran Mariano Lavida desde allá en donde esté ofreciendo su show, compartiéndose, como a él le gusta decir, me ayuda. Ya está, ¡lo he conseguido!. Soy todos ellos y en su nombre os pido
VENID A VERNOS, POR FAVOR.
José María Gomá Alonso para el Ribereño Digital